yo creo que existen paìses como e.u., chile, argentina,
colombia, guatemala, brasil, francia y mèxico.
afirmo que tengo pruebas empìricas de la existencia de otros paìses
como italia, españa, inglaterra, alemania, rusia, china, india, turquía;
no tengo pruebas concluyentes, pero es más probable que existan,
y se nos resuelven más problemas creyendo eso y no lo contrario.
se me han dado muy buenos motivos para no poner en duda que
canadá, colombia, venezuela, tailandia y noruega son efectivamente existentes.
finlandia, por lo perfecta, dinamarca, por Hamlet, y japón, por lo bizarro,
son tres países que me gustaría que existieran
al resto de los países los miro con desconfianza.
me intrigan las olimpiadas y los mundiales de fútbol,
justamente porque en ellos suelen aparecer países
que ni loca hubiera creído existentes.
como mauricio. ¿dónde carajos queda mauricio?
¿y cómo puede llamarse "mauricio" un país?
la national geographic debería leerse como las ficciones de escritores con mucha imaginación y fotógrafos muy creativos.
a mí traiganme a mauritania acá delante y ahí veremos si existe o no.
en realidad,
¿por qué será que creemos con tanta certeza que de hecho existen las filipinas?
las vimos por la tele? se nos ha hablado mucho de ellas?
es obvio que existen? qué nos lleva a creer en eslovaquia y no en los unicornios?
he leído más acerca de unicornios que sobre eslovacos.
ni les digo si sacamos a la luz países como burundi.
ni siquiera se me ocurre còmo un país cuyo gentilicio es tan complicado
puede de hecho albergar gente,
tener gobiernos, calles, hospitales y esas cosas.
piensen por un momento que nos dicen "los unicornios no existen"
y nos quedamos tan campantes.
o nos dicen "qué linda eres" y desconfiamos inmediatamente.
pero de golpe aparecen en un mundial unos señores que dicen ser de montenegro
y les creemos con tanta naturalidad.
habría que empezar a reconsiderar qué cosas elegimos creer y cuáles no.
y a quiénes. yo preferiría creerle a la persona que comenta en el clima
pero al final termino confiando más en el que tengo delante y me dice algo bonito.
colombia, guatemala, brasil, francia y mèxico.
afirmo que tengo pruebas empìricas de la existencia de otros paìses
como italia, españa, inglaterra, alemania, rusia, china, india, turquía;
no tengo pruebas concluyentes, pero es más probable que existan,
y se nos resuelven más problemas creyendo eso y no lo contrario.
se me han dado muy buenos motivos para no poner en duda que
canadá, colombia, venezuela, tailandia y noruega son efectivamente existentes.
finlandia, por lo perfecta, dinamarca, por Hamlet, y japón, por lo bizarro,
son tres países que me gustaría que existieran
al resto de los países los miro con desconfianza.
me intrigan las olimpiadas y los mundiales de fútbol,
justamente porque en ellos suelen aparecer países
que ni loca hubiera creído existentes.
como mauricio. ¿dónde carajos queda mauricio?
¿y cómo puede llamarse "mauricio" un país?
la national geographic debería leerse como las ficciones de escritores con mucha imaginación y fotógrafos muy creativos.
a mí traiganme a mauritania acá delante y ahí veremos si existe o no.
en realidad,
¿por qué será que creemos con tanta certeza que de hecho existen las filipinas?
las vimos por la tele? se nos ha hablado mucho de ellas?
es obvio que existen? qué nos lleva a creer en eslovaquia y no en los unicornios?
he leído más acerca de unicornios que sobre eslovacos.
ni les digo si sacamos a la luz países como burundi.
ni siquiera se me ocurre còmo un país cuyo gentilicio es tan complicado
puede de hecho albergar gente,
tener gobiernos, calles, hospitales y esas cosas.
piensen por un momento que nos dicen "los unicornios no existen"
y nos quedamos tan campantes.
o nos dicen "qué linda eres" y desconfiamos inmediatamente.
pero de golpe aparecen en un mundial unos señores que dicen ser de montenegro
y les creemos con tanta naturalidad.
habría que empezar a reconsiderar qué cosas elegimos creer y cuáles no.
y a quiénes. yo preferiría creerle a la persona que comenta en el clima
pero al final termino confiando más en el que tengo delante y me dice algo bonito.